Casi finalizando la fase lútea, (segunda mitad del ciclo menstrual), el revestimiento del útero comienza a derramarse lentamente a medida que bajan los niveles de progesterona. En este punto el estrógeno se convierte en la hormona dominante. Mientras ocurre el desprendimiento del endometrio, la sangre todavía no ha comenzado su camino hacia el cuello uterino y este permanece cerrado.

Al tener relaciones sexuales, el cuello del útero se dilata y el útero se contrae, haciendo que la sangre menstrual se libere más rápido. El acto sexual no provoca la llegada de la menstruación en sí, sino que fomenta el desplazamiento de la sangre dentro del útero.

Cuando la mujer está cerca de comenzar su menstruación, el cuello del útero desciende. Si tiene relaciones sexuales en ese momento, el cuello se dilata y crea un vacío perfecto para atraer la sangre menstrual hacia abajo.

En adición a esto, el cuello del útero pasa por etapas de mucha sensibilidad. Las mujeres tienen muchos vasos sanguíneos pequeños a lo largo de dicha estructura, por lo que es muy probable que durante el sexo ocurra un poco de irritación y mini-traumas con sangrado leve.